Autor: Denis Rafter
Director: Denis Rafter
Denis Rafter, el actor irlandés de quin un día dije, como recuerda el programa -gracias-, que rea un bululú irlandés, se presenta una vez más en el escenario del Espaól. Espléndido, la primera vez, como recitador de sonetos shakesperianos, en dúo con García Calvo, recitador éste de sus propias traducciones. Agufo, inteligente, como intérprete de una especie de etopeya escenificada de su compatriota el gran poeta en un sungular monólogo titulado «The remarkable Oscar Wilde», la segunda.
Ahora, con un monólogo montado cobre la personalidad y la obra de William Shakespeare. Anteponer el apellido del llamado «cisne de Strafford-on-Avon» la o mayúscula con la partícula que suele preceder a ciertos apellidos, es una forma de irlandeizar al personaje inglés. Rafter asume in sí al genio inglés por un medio que consiste, no en acercar Denis a William, sino en llevar Silliam hacia Denis.
La idea es ingeniosa y en su virtud el monólogo, por el que desfilan situaciones shadesperianas, personajes del gran friso histórico o novelesco del genio, imprime el carácter del autor como una sobreimpresión en el carácter del poeta. Redoblamiento, se diría, más que desdoblamiento.
Así es cómo el actor va desdoblando el desplegable histórico en una serie de graciosas mutaciones jamás abandonadas de ironía. El bululú no pone, como era habitual en tiepos de Enzina o Torres Naharro, sus personajes en diálogo los unos con los otros. Les presta más que suvoz y su figura: su humor, su distanciamiento, que unas veces se identifica con el héroe evocado; otras, se burla levemente de sí mismo.
Un escenario sencillo: cuatro trastos de viaje, cuatro máscaras, la capichuela de Romeo, el abrigo de Shylock, y la transformación brota fácil, muy teatral. Siguen siéndole aplicables a Rafter concptos ya aplicados en mis notas anteriores. La «preciosa y admirable moculada voz», la «confianza en la modulación vocal», la simplicidad gestual y corpora, su «inglés con glugluteos deslizamientos silábicos, exactitud articuladora», elementos todos propios, e irrenunciables, del oficio de un actor inglés y tantas veces descuidados en nuestros escenarios.
Todos esos elementos hacen de su hora y pico de actaución un placer para el oído, un friso de evocaciones de grandes personajes dramáticos, una lección de oficio, de sobriedad en su manejo, de cuidado en la corriente comunicadora entre el actor y sus espectadores. Como a la mayoría de nuestros actores parece no interesarle esta suerte de pequeñeces, no es de temer que, ausentes, las hayan aprendido anoche. El públicoen su mayoría anglófono, disfrutó mucho con la actuación de este bululú irlandés capaz de poner una o mayúscula seguida de partícula al apellido del mayor dramaturgo del mundo occidental.
Lorenzo López Sancho.
Equipo Artístico
Denis Rafter